En febrero de 2009, los diarios sensacionalistas de todo el mundo se hacían eco de una noticia que, desde un principio, tenía todos los atributos para ser tomada con muchas reservas, cuando no con una amplia sonrisa de escepticismo. Bernie Bamford, un ingeniero aeronáutico, había encontrado, gracias a Google Earth, la localización de lo que podría ser una ciudad submarina, la Atlántida, en la llanura abisal de Madeira, a unos 5 kilómetros de profundidad entre las Canarias y la Dorsal Mesoatlántica. Las imágenes mostraban una cuadrícula bien trazada, como si se tratara de un entramado de calles. Para el descubridor «estaba claro que era algo hecho por el hombre». Sin embargo, Google pronto vino a descartar tan apasionante hallazgo. Lo que se veía, en realidad, no era más que el resultado de una recolección de datos superpuestos. Ahora, el buscador ha actualizado las imágenes y ha liberado el fondo marino del sospechoso patrón reticular. Se acabó la Atlántida.
Lo que se confundió con la ciudad descrita por Platón eran las líneas recorridas por las naves cuando usan el sónar para medir los fondos marinos y recoger datos batimétricos. Hace unos días, Google actualizó la aplicación con los nuevos datos del fondo marino proporcionados por la Institución Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego (UCSD) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), entre otras organizaciones.
«La versión original de Google Ocean era un mapa prototipo que tenía alta resolución pero que también contenía miles de errores», afirma David Sandwell, geofísico de Scripps en un comunicado. «Los estudiantes de la UCSD han pasado los últimos tres años identificando y corrigiendo estos errores».
Mucho más preciso
Los estudiantes también han incorporado nuevos datos en el archivo que Google utiliza para crear su mapa de la topografía submarina. Los investigadores crean estos datos mediante el uso del sónar, ondas de sonido que rebotan en el fondo del mar y a su retorno ofrecen información sobre su forma. Cuando Google utiliza un montón de estos datos en conjunto, a veces se superponen, creando extraños patrones reticular. Creando, por ejemplo, una falsa Atlántida.
Eso es, en efecto, lo que ocurrió en 2009. Además, de ser cierto, estaríamos ante una ciudad enorme, ya que la cuadrícula que fue confundida con una red de calles cubre un área del océano de más de 161 kilómetros de ancho. Ahora, Google Ocean es mucho más preciso y, lo que está muy de actualidad tras el naufragio del Costa Concordia, «puede ser útil para planificar cruceros en áreas poco conocidas». Los buscadores de ciudades perdidas tendrán que seguir en su empeño..