Este espeluznante hecho ha pasado en Noruega, donde un pescador llamado Bjoern Frilund después de haber pescado un bacalao de considerable tamaño, vio que después de un rato de haberlo pescado, seguía habiendo movimiento en el interior del animal.
Extrañado, se dispuso a abrirlo encontrando en su interior un consolador de 16 centímetros en funcionamiento. Según ha declarado el hombre el bacalao pudo confundir el artefacto con un calamar.