La investigación demuestra que una proteína es determinante para percibir la sensación
Cuando la temperatura del entorno es baja o entramos en contacto con algo frío, nuestro cuerpo nos avisa. Lo hace gracias a una proteína llamada TRPM8. Así lo confirma un estudio recién publicado en la revista 'Nature'.
Los mamíferos perciben los cambios de temperatura a través de las terminaciones nerviosas. La teoría más aceptada vincula esta capacidad a la activación de los canales iónicos.
Los canales iónicos son proteínas que forman un 'poro' en la membrana de las células permite que determinadas sustancias (iones de calcio, sodio, potasio...) circulen de un lado a otro. De este modo, se generan señales eléctricas que controlan la contracción muscular, la secreción de hormonas o las sensaciones, en este caso.
En esta familia de proteínas, la TRP, hay, entre otros, receptores sensibles al calor y a la capsaicina, la molécula que confiere un efecto picante al chile. Los científicos se centraron en el melastatina 8. Es el llamado 'receptor del frío' y se activa cuando la temperatura disminuye por debajo de 26ºC aproximadamente o en presencia de ciertas sustancias, como el mentol.
Demostración de esa teoría
Hay estudios que cuestionan la contribución del TRPM8 en la detección del frío y consideran más críticos otros canales. Para evidenciar el papel decisivo del receptor TRPM8 en la percepción del frío, los investigadores debían demostrarlo en animales vivos.
Los humanos y los ratones comparten el gen que codifica el receptor. Para constatar que es el responsable de la capacidad para detectar el frío, investigadores de las universidades de California y Yale y del Colegio Médico de Wisconsin (todos en EEUU) crearon un ratón transgénico que carecía del gen que codifica el citado receptor. Tras ello, sometieron a los animales alterados genéticamente a un experimento y compararon su comportamiento con el de roedores normales.
El comportamiento de los ratones mutantes era diferente del de los normales. Los primeros no parecían percibir diferencia entre una superficie fría y otra templada. Para verificarlo, los científicos dispusieron dos zonas, una con temperatura constante de 30ºC y otra variable entre 49ºC y 5ºC. Cuando las dos superficies estaban a la misma temperatura (30ºC), los dos tipos de ratones mostraron el mismo comportamiento.
Ambos distribuyeron los cinco minutos que duraba el experimento entre las dos superficies por igual. Sin embargo, cuando se enfrió una de las plataformas, ratones convencionales permanecieron más tiempo en la superficie de temperatura agradable de 30ºC. Sin embargo, los ratones que carecían de receptores TRPM8 actuaron como si se encontraran en la situación anterior, con las dos superficies templadas.
La reacción de los ratones transgénicos frente al calor fue diferente. "Mostraron preferencia normal por los 30ºC frente a los nocivos 49ºC lo que muestra que no hay deficiencias de termosensación [en cuanto al calor]", señala el texto del estudio.
Los experimentos con tejidos de animales también apoyaron la importancia del TRPM8 en la percepción del frío. "Los cultivos de neuronas sensoriales y fibras nerviosas de los ratones deficientes en TRPM8 mostraron una respuesta profundamente disminuida ante el frío", señala la publicación.
