Las personas con «cara de niño» viven más que aquellas que aparentan tener más edad de la que ya tienen, según se desprende de un estudio realizado por científicos daneses, a través del cual se percibe que la apariencia puede determinar la longevidad de una persona. Algunos famosos mantienen, pese a no encontrarse ya en plena juventud, un aspecto que no responde a su edad. Un ejemplo puede ser el nadador David Meca, de 35 años.
El trabajo, recogido en el British Medical Journal, también recoge una explicación biológica y no simplemente de pura apariencia física. Así, unas piezas clave del ADN, llamadas telómeros, indican la capacidad de las células para reproducirse. De esta forma, una menor longitud de los telómeros se traduce en un envejecimiento más rápido y se ha relacionado con una serie de enfermedades.
«La percepción de edad es utilizada por los médicos como una indicación general de la salud de un paciente, además de ser un marcador biológico de envejecimiento que predice la supervivencia entre los mayores de 70 años», han indicado los autores. Según añaden, las personas que han tenido una vida más dura son más propensas a morir antes de tiempo y reflejan en su cara los malos tiempos.
El estudio, dirigido por el profesor Kaare Christensen, de la Universidad del Sur de Dinamarca, se ha realizado con seguimientos a pacientes durante siete años.